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Clase de Eficiencia en calefacción: A
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Para nadie es un secreto que las calderas de condensación han ido desplazando de a poco a los dispositivos más tradicionales de calefacción central doméstica en toda Europa y es que si bien varias normativas ya lo están exigiendo, no es menos cierto que muchos ayuntamientos e inclusive algunas empresas privadas ofrecen incentivos a quienes se decidan a actualizar su sistema de calefacción. Por ello, no es descabellado afirmar que en unos pocos años este tipo de caldera se convertirá en el paradigma de la calefacción doméstica a nivel global, con todas las ventajas que eso implica en relación a la disponibilidad de refacciones y servicio técnico de calidad.
Cómo instalar una caldera de condensación
Lo primero es seleccionar muy bien el lugar donde se va a colgar la caldera para que sea fácil instalar tomas de agua y desagüe, e igualmente la toma de combustible y la chimenea para el escape de gases con una cierta inclinación favorable hacia la caldera para capturar los condensados. Luego, la preocupación será hacer llegar energía eléctrica a la caldera y al final solo resta probar que todo haya quedado como Dios manda.
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¿Qué es una caldera de condensación?
Una caldera de condensación es un aparato que sirve para calentar el agua de uso sanitario a unos 40 o 70 grados centígrados y la de calefacción a temperaturas muy superiores, contando para ese propósito con una hornalla o fogón en su interior, el cual es alimentado por cierto tipo de combustible fósil como puede ser el butano, el propano o el gas natural. La llama de esa hornalla es la responsable de calentar el agua, pero además este aparato está diseñado para capturar el vapor de agua resultante de la combustión de esos gases y sacarle provecho sumando su temperatura latente de evaporación al calor de la llama, logrando así producir agua caliente con la máxima eficacia, eficiencia y efectividad.
De esta manera, ese vapor de agua (cuyo potencial se hubiera desperdiciado de liberarse al ambiente como ocurre en las calderas antiguas o tradicionales) luego se condensa para finalmente ser evacuado en su forma líquida (agua) mediante la tubería de drenaje del sistema… Así es, contrario a lo que cree más de uno, no es el agua de condensación debido a su acidez, y para que veas que en Asistecnik estamos siempre dispuestos a aclarar cualquier duda, te lo explicamos en detalle más delante.
¿Cómo funciona una caldera de condensación?
En una caldera tradicional, se quema algún tipo de combustible sólido o líquido para que así se produzcan gases calientes que transfieran una buena parte de su temperatura a través de un intercambiador de calor, el cual a su vez eleva la temperatura del agua. Ahora bien, todas las calderas del mundo calientan las moléculas de humedad que hay en el aire a su alrededor y generan una cierta diferencia de temperatura que da pie a pequeñas cantidades de vapor condensado y esta es la razón por la que las calderas de pellas, de biomasa o de leña pueden tardar un poco más de lo acostumbrado en alcanzar su temperatura optima de funcionamiento durante los días más fríos… que es cuando más se las necesita.
Por su parte, las calderas convencionales que se alimentan de algún tipo de combustible fósil también producen condensación pues todo hidrocarburo está compuesto por diferentes concentraciones de carbono e hidrogeno, de tal suerte que al hacer combustión, sus moléculas se separan y se combinan con el oxígeno presente en el ambiente, formando dióxido de carbono (CO2) y óxido de azufre (SO2) proveniente de las impurezas presentes en el carburante, además de liberar vapor de agua. Al igual que con las calderas tradicionales, este vapor de agua se condensa –en especial durante los días más fríos- y les dificulta calentar el agua a unos 90 grados centígrados y los gases residuales a más de 150, siendo estas las temperaturas más idóneas para mantener el tiro térmico y expulsar los gases, evitando que el óxido de azufre se disuelva en los líquidos de condensación y forme ácidos sulfurosos o sulfúricos que tanto corroen las partes metálicas de las calderas y es por ello que el líquido condensado no se suma al agua de consumo.
Esta es una de las razones por las que diversas normativas europeas han establecido requisitos y exigencias que paulatinamente están llevando al desuso a las calderas de gasóleo en favor de las calderas de condensación, pues solo necesitan calentar el agua a unos 40 o 70 grados centígrados para producir vapor de agua y como bien sabrá todo el que haya estudiado un poco de física, este vapor de agua es capaz de contener o almacenar mayor cantidad de energía en forma de calor que si estuviera en forma líquida o sólida, tanto así que de cada litro de agua condensada se obtienen cerca de 2.300 kilojulios de energía calorífica y es esta la que se suma al calor de la llama para ayudar a calentar el agua, incrementando su eficiencia en un 10 o 12% a pesar de consumir menos combustible. Al mismo tiempo, este tipo de caldera expulsa los gases resultantes de la combustión a una temperatura inferior a la de los 100 grados centígrados necesarios para su condensación, con lo cual se disminuye la acidez de los condensados a un pH de 3 o 5 y se reduce la emisión de gases contaminantes al medio ambiente, compensando su falta de presión mediante el uso de un ventilador.
¿Cuál es el consumo de una caldera de condensación?
Hasta hace algún tiempo, muchos fabricantes se jactaban de que sus calderas de condensación eran capaces de alcanzar un rendimiento supuestamente superior al 100% frente al 70 o 90% de las calderas convencionales, debido a que medían el desempeño de estas últimas a partir del Poder Calorífico Inferior o el máximo calor que se podía obtener racionalmente en una combustión, mientras que medían el propio con base en el Poder Calorífico Superior el cual contempla la temperatura latente de vaporización. Sin embargo, con la entrada en vigencia de la Directiva Europea de Eco-diseño y la Directiva ErP 2009/125/CE se estableció un criterio para el agua caliente sanitaria y otro para la calefacción, aunque ambos en función al Poder Calorífico Superior y además se han fijaron ciertas especificaciones que ubican el rendimiento de las calderas de condensación entre el 90 y el 100% en comparación con el 80 o 90% de otras calderas, aun cuando esta variación del 10% en el rendimiento de las calderas de condensación puede deberse al menor rendimiento de algunos modelos que pasan a funcionar como caldera común cuando se las utiliza para calefacción o a que todo el sistema ha sido instalado de modo que la temperatura del agua de retorno es superior a los 55 grados centígrados, no existiendo una verdadera diferencia de temperatura que propicie la condensación en el intercambiador de calor.
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En este orden de ideas, resulta prudente aclarar que la normativa antes mencionada estima el rendimiento de agua caliente sanitaria en función al valor de carga declarado, en tanto que expresa la eficiencia de la calefacción de cara a un valor estacional ponderado que se obtiene promediando la transferencia de calor a un 30 y a un 100% de su potencia cuando la caldera sea de menos de 70 kW ya que desde el punto de vista del usuario final, el desempeño de una caldera cualquiera se calcula en relación a su capacidad de transferir calor y esta depende de su potencia y del tamaño de los emisores finales, por lo que la baja temperatura a la que trabaja una caldera de condensación suele ofrecer mejores resultados cuando se la configura con radiadores más grandes o con sistemas de emisión de baja temperatura como los suelos radiantes, de manera que no es descabellado afirmar que los viejos radiadores de hierro fundido pueden ser un muy buen complemento para mejorar el desempeño de este sistema.
Algunas calderas ofrecen la posibilidad de graduar la temperatura del flujo caloportador entre 63 y 84 grados centígrados, de modo que aun cuando solo la última condensa totalmente los vapores producidos por la combustión, suelen venir programadas por defecto a una temperatura de 70 centígrados para no tardar tanto en alcanzar los 60 grados requeridos por el agua caliente sanitaria, en el entendido de que aun la condensación parcial más eficiente que las calderas tradicionales y ofrece resultados óptimos con difusores de baja temperatura como los suelos radiantes.
Precio de la instalación y de la caldera
Por fortuna, la gran mayoría de marcas y modelos de calderas de condensación que se encuentran disponibles en el mercado son compatibles con los difusores comúnmente encontrados en casi cualquier residencia, de modo que la instalación puede costar entre 900 y 1300 euros dependiendo del número y tipo de difusores a acoplar. En tal sentido, es necesario tener presente que por norma todas estas calderas requieren de un desagüe cuya construcción suele acercar los costes al límite superior, a menos que ya exista un desagüe como en el caso de los suelos radiantes pues eso facilita mucho la instalación.
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Ventajas y desventajas
Pues como ya se ha dicho, su principal ventaja radica en un comparativamente menor consumo de combustible, lo cual se traduce en una mayor eficiencia calefactora por unidad de peso del carburante y en una drástica disminución del impacto ambiental, así como una disminución del riesgo de incendios u otros percances en el hogar.
Sin embargo, entre sus principales desventajas podemos mencionar que la mayoría de los modelos disponibles en el mercado, vienen de fábrica con los difusores más pequeños que se pueden instalar en relación a la potencia máxima de la unidad. Esto se hace para reducir costes, facilitar el embalaje y el transporte, así como su manipulación al momento de instalar, aun cuando se pierde un poco el tiro térmico y la eficacia para transmitir calor, por lo que se requiere de ventiladores para disipar los gases residuales y mejorar la distribución de calor (a menos, claro, que la caldera a remplazar nos haya dejado un buen par de radiadores).
Otra desventaja es que requiere un desagüe, por lo que casi siempre hay que hacer obra, o en todo caso instalar tuberías de acero inoxidable o aluminio aliado, mientras que en áreas de menor temperatura se emplean caños de PVC o de polipropileno que son los materiales más adecuados para soportar la acidez del condensado cuyo pH oscila entre 3 y 5, si bien esas se pueden conectar mediante un contenedor de enfriamiento a desagües ya existentes en la vivienda, como puede ser el del suelo radiante o hasta el del lavabo.
Marcas de calderas de condensación
En el mercado hay infinidad de marcas y modelos de calderas, y muchos de ellos son muy buenos pero no todos ofrecen las mismas garantías, cuentan con la misma disponibilidad de refacciones o dan la misma calidad de servicio posventa, así es que a continuación te dejamos varias alternativas recomendables para una amplia gama de preferencias y presupuestos:
· Rinnai serie RU sensei SE sin tanque, 1600 euros.
· Takagi T-H3-DV-N de 10 galones por minuto a gas natural y sin tanque, 1100 euros.
· Noritz NRC66DVNG sin tanque, 900 euros.
· Noritz CB199-DV-NG Combi BoIler, 1700 euros.
· Baxi Luna serie DUO TEC, de 40 galones, 1400 euros.
· Ariston Cares Premium, 794 euros.
· Hermann Micraplus Condens 25, 795,38 euros.
· Bosch Mini Tank Tronic 3000 T de 7 galones, 190 euros.
· Vitodens B1-KA-125 de 110W de 10galones y a gas, 250 euros.
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